Harto, que me tienen harto
Igual es que no me he explicado con suficiente claridad: estoy harto de todos los gilipollas que me rodean. Que no se me malinterprete, mi afirmación no es un silogismo categórico, y no quiere decir que todos los que me rodean sean gilipollas, es sólo que la sociedad actual parece primar la falta de cerebro como un rasgo distintivo del liderazgo.
A ver, ¿cuántos de vosotros tenéis un jefe francamente idiota? Vale, vale, bajad ese bosque de manos. Con lo cual queda confirmada mi teoría, por supuesto. La ley es simple: la cantidad de neuronas de un individuo (o individua, que de todo hay) es inversamente proporcional al puesto que ocupa en la escala de mando. No me preguntéis por qué, quizá exista alguien con una mente preclara que sea capaz de hacer un estudio sociológico comparativo, pero no es mi caso. La deducción que hago es fruto de años y años de observación directa en todo tipo de quehaceres, podría llamarse un trabajo de campo, y he visto cómo mis sospechas se confirmaban ampliamente.
¿Cuántas veces os han obligado a hacer algo de una forma obviamente estúpida sin atender a vuestras opiniones de que hay otra manera mucho más rápida para llevarla a cabo? ¿Cuántas veces habéis repetido el mismo informe porque a tal o cual jefecillo de medio pelo no le gustaba “el enfoque”, o “el estilo”, o “la estructura” (como si ellos supiesen el significado de los citados conceptos)? ¿Cuántas veces habéis tenido que reparar los fallos que ellos mismos han cometido, pero cuyas culpas recaen sobre ti?
Yo digo que ya basta. Proletarios del mundo, exijamos un urgente lavado de cerebro en los cuadros de mando, políticos inclusive, para que los rebaños de obreros sufridores podamos desempañar nuestros trabajos con un mínimo de dignidad. O, mejor aún, hagamos que los sueldos de los prebostes que rigen nuestros destinos sean divididos a partes iguales entre sus subordinados si no son capaces de pasar al menos uno de los sicotécnicos que nosotros sí tenemos que hacer para acceder a uno de esos trabajos de mierda que llenan los escaparates de las empresas de trabajo temporal.
Que ya está bien, hombres y mujeres, que ya está bien.